APRENDER A PENSAR




Por David Owen. Extracto de "LIFE" (Oct. 1990), de Nueva York

Disponible en http://www.geocities.com/fdomauricio/aprender_a_pensar.htm?200722

El señor Whitson nos enseñaba ciencias naturales en sexto año de primaria. El primer día de clases, su exposición trató de una criatura llamada Gatiguampo, animal nocturno y mal adaptado al medio biológico, que se extinguió en la Era de las Glaciaciones. El maestro hizo pasar un cráneo de mano en mano, mientras explicaba el tema. Todos tomamos notas y más tarde, contestamos un cuestionario sobre esa lección.

Cuando me devolvió mi prueba quedé boquiabierto: una enorme equis roja tachaba cada una de mis respuestas. ¡Estaba reprobado! ¡Debía de haber algún error! Había repetido al pie de la letra las palabras del maestro. Luego supe que toda la clase había sido reprobada. ¿Qué había ocurrido?

Muy sencillo, nos explicó el señor Whitson. Él había inventado ese cuento del Gatiguampo. Jamás había existido tal especie. Por tanto, cada uno de los datos de nuestras notas era incorrecto. ¿Acaso queríamos que nos aprobara por contestar falsedades? Huelga decir que nos pusimos furiosos. ¿Qué clase de prueba era esa? ¿Y qué clase de maestro era ese?

Teníamos que habérnoslo imaginado, prosiguió el señor Whitson. En efecto: mientras circulaba entre nosotros el cráneo (que era de gato), ¿acaso no nos había dicho que no había quedado ningún vestigio del animal? Había hablado también de su asombrosa visión nocturna, del color de su piel y de otras muchas características de las que él no podría haberse enterado. Para colmo, le había puesto un nombre ridículo, y ni así habíamos maliciado la artimaña. Nos informó que anotaría los ceros de nuestras pruebas en las actas de exámenes oficiales.

El señor Whitson agregó que esperaba que hubiéramos aprendido algo de esa experiencia: los maestros y los libros de texto no son infalibles. Y nadie lo es. Nos recomendó no permitir que nuestras mentes se adormecieran y tener siempre el valor de expresar nuestra inconformidad cuando el maestro o el libro de texto nos parecieran errados.

Cada lección del señor Whitson constituía una aventura. Todavía hoy recuerdo, casi de principio a fin, algunas de sus disertaciones. Un día nos dijo que su Volkswagen era un organismo viviente. Tardamos dos días en armar una refutación que le pareciera aceptable. No se dio por satisfecho hasta que le demostramos no sólo que sabíamos lo que era un organismo viviente, sino también que teníamos la entereza de defender la verdad.

Aplicamos nuestro nuevo escepticismo a todas las materias de enseñanza. Esto ocasionó problemas al los demás maestros quienes no estaban acostumbrados a que los contradijeran. Nuestro maestro de historia, por ejemplo, disertaba sobre cualquier tema y, de pronto, se oían carraspeos y alguien susurraba: "Gatiguampo".

No he realizado ningún gran descubrimiento científico, pero las lecciones del señor Whitson nos infundieron a mí y a mis compañeros algo igualmente importante: el valor civil de mirar a las personas a la cara y decirles que están en el error. También nos enseñó que esta actitud puede ser divertida.

No todo el mundo le concede valor. En una ocasión le conté a un profesor de enseñanza primaria lo que hacía el señor Whitson. Aquel hombre se escandalizó. "No debió burlarse de ustedes así", comentó. Lo miré a la cara y le dije que estaba equivocado.

CONDUCTAS DE ÉXITO La Crisis: ¿adversidad u oportunidad?


La actitud normal de la mayoría de los seres humanos ante una crisis es la ansiedad y la incertidumbre permanente que los paraliza en un punto haciéndose una sola pregunta ¿y ahora qué hago?.Es lo primero que nos viene a la mente y por lo regular vemos el lado negativo del problema, es decir, nos paralizamos y no sabemos qué hacer ante tal acontecimiento.Quedar paralizados ante una crisis es una actitud completamente normal cuando no tenemos ni la educación, ni la preparación adecuada para responder de manera positiva ante esa dificultad. Cuando hablo de educación y preparación no me refiero únicamente al hecho de tener un título universitario, sino de utilizar nuestros mejores recursos, conocimientos y talentos como persona para solucionar ese problema satisfactoriamente.Decía el célebre compositor y músico de jazz estadounidense Duke Ellington“Los problemas son oportunidades para demostrar lo que se sabe”. Ahí está la clave, cuando nos enfrentamos a un problema o a una situación difícil, es la oportunidad para demostrar con nuestros conocimientos, nuestros recursos, nuestras habilidades y talentos quienes somos en realidad y qué sabemos hacer.
La mayoría de las personas tienen la idea de que otros vendrán a salvarlos o a resolver sus problemas, piensan que vendrá un enviado, un mesías, un gobierno paternalista a solucionarles hasta los problemas más insignificantes, incluso a destaparles la tubería del lavamanos y les aseguro que no exagero. Pero la realidad, es que cada persona tiene la capacidad y la responsabilidad de solucionar sus propios problemas, de demostrar que si se puede superar cualquier obstáculo y eso, sin duda, es mucho más gratificante.Estamos acostumbrados a echarle la culpa a otros y no asumir nuestra propia responsabilidad, solo nos quejamos para no enfrentar nuestros problemas, en lugar de solucionarlos. Henry Ford decía “La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos”, y es que cada ser humano tiene su propio potencial y talento para transformar un problema en solución, para convertir una adversidad en una oportunidad.Imaginemos al dueño, encargado o empleado de una tienda, mirando a la gente que pasa, mientras habla de lo mismo con los compañeros de trabajo que seguramente estarán jugando póquer con la computadora o escuchando música para matar el tiempo, y cuando se aburre de lo mismo de todos los días, sale de la tienda a respirar otro aire y de repente ¡sorpresa! el vecino de la tienda de al lado está en lo mismo: respirando otro aire.Por su puesto, nunca falta el acostumbrado saludo ¿Cómo está la cosa? y la típica respuesta “la cosa está mala” o “las ventas están duras..no hay vida”.Frases como estas y muchas otras, alimentan de pesimismo el vocabulario cotidiano de la gente que solo ve la crisis como una adversidad, en realidad es una manera de hablar para estar en sintonía con los demás, para estar a la moda y quejarse de lo mismo porque los demás lo hacen, es decir, hacer que ruede la queja hasta que todos se quejen de lo mismo, en lugar de buscar la solución al problema, en este caso, llenar la tienda de clientes con nuevas promociones, ofertas especiales, atención personalizada, estrategias publicitarias, en fin, abrirse a nuevas posibilidades y generar nuevas ideas para aumentar las ventas y destacarse del montón que seguirá quejándose de la misma situación.Para ver la oportunidad donde otros solo ven la adversidad es necesario observar la crisis desde otro punto de vista, para visualizarla con mayor perspectiva y con menor apasionamiento. Recordemos que todo tiene un lado negativo y un lado positivo, es una ley universal, pero la mayoría de los seres humanos solo ven el lado negativo porque no se necesita pensar mucho.La única forma de cambiar nuestra manera negativa de ver las cosas, es comenzar a ver el lado positivo de cada situación. Este ejercicio práctico está comprobado; tome un lápiz y papel y seleccione cualquier problema que tenga, por muy simple que sea, escriba el problema en la parte superior de la hoja, luego enumere una lista de características negativas del problema y al dorso de la hoja haga una lista de características positivas o posibles soluciones a ese problema. Al principio le costará un poco de trabajo encontrar mas puntos positivos que negativos, pero se sorprenderá cuando la lista de soluciones supere en cantidad a la lista de adversidades. Le recomiendo que haga de este ejercicio un hábito y le garantizo que comenzará a notar los cambios positivos en su vida. Recuerde, la crisis puede ser también una oportunidad para usted.



Maria Eugenia Hassan
Licenciada en Comunicación Social.
Asesora empresarial y especialista en ayudar y orientar al recurso humano de las compañías.